Las montañas, como el mar, ejercen un fuerte poder de atracción. Enamoran, pero pueden matar. Un simple error de cálculo, una mala interpretación del parte meteorológico, y habrá vidas en juego. Para socorrerlas, en la década de los 90 se creó el Servicio de Rescate e Intervención en Montaña de la Guardia Civil. En la Sierra de Cádiz no existe un equipo fijo para atender a los montañeros o espeleólogos que se aventuran por sus montes y grutas, pero eso no quiere decir que estén dejados de la mano de Dios. Los guardianes de la montaña acuden cada vez que su labor se requiere desde su base en la localidad malagueña de Álora. Allí se encuentra el Equipo de Rescate e Intervención en Montaña (EREIM) dependiente del Área de Granada. El teniente Rubén Santos es el jefe de la Sección de Rescate e Intervención en Montaña (SEREIM) de Granada, lo que quiere decir que tiene bajo su influencia toda Andalucía, Murcia, Albacete, Valencia, Canarias y Baleares.
Hay tres tipos de unidades de montaña. Están los SEREIM, a las órdenes de un oficial y con entre 15 y 16 miembros; los GREIM, mandados por un suboficial que tiene a sus órdenes a entre 8 y 11 personas; y por último los EREIM, compuestos por entre seis y ocho agentes mandados por un cabo. “Cuando hay necesidad de coordinar un operativo importante vemos qué personal de apoyo puede acudir”, relata el teniente Santos. “Por ejemplo, si hay un rescate serio en la Sierra de Cádiz y el EREIM de Álora necesita ayuda pues nosotros nos desplazamos desde Granada en helicóptero”, dice.
Rubén Santos recuerda con especial detalle el rescate del cuerpo de un espeleólogo fallecido en una cueva cerca de Villaluenga del Rosario al sufrir un infarto a 160 metros de profundidad. “Hubo que coordinar a muchos efectivos para trabajar en una formación rocosa con cresta. El rescate de espeleosocorro es de los que más coordinación necesitan. En este caso trabajamos el SEREIM de Granada y un 80% de agentes de la zona gaditana. Fue complicado”.
En España hay cinco áreas territoriales: el área de Jaca, donde está la central del cuerpo, el de Cangas de Onís, el de Granada, Navacerrada y Viella (Cataluña). El SEREIM de Granada participó, por ejemplo, en las labores de rescate del pequeño Julen en aquel pozo maldito. “Somos unidades independientes pero muy conectadas, esto en otro cuerpo no existe”, comenta Santos. “Hablamos el mismo lenguaje, hay 45 hombres bajo mi mando, yo me encargo de su evaluación en materias estivales, invernales o de socorro. Sé que en Álora se habla el mismo idioma que en Granada, que puedo confiar en todos por igual, y eso es muy importante”, afirma.
La Sierra de Grazalema es una zona especialmente conflictiva para los montañeros. Es la frontera natural entre las provincias de Cádiz y Málaga, donde también se encuentra la Sierra de las Nieves. “Álora no es sólo para la demarcación de Málaga, porque está a pie del macizo montañoso y con el helicóptero podemos desplazarnos a cualquier parte”.
Al teniente Santos, como jefe del SEREIM de Granada, se le da novedades diariamente de todos los incidentes de su jurisdicción. “La cuestión es –explica– que además de ser socorristas somos agentes de la autoridad y podemos llevar a cabo la investigación de un accidente. Por ejemplo puede haber un fallecido por un desprendimiento, o por caída de cascotes, por un factor humano. No se producen en un porcentaje muy elevado, pero ocurren de vez en cuando y hay que saber qué ha pasado. Si una persona muere en un barranco hay que saber qué ha ocurrido exactamente. Y para eso estamos nosotros”.
Requisitos para entrar en el Grupo de Montaña
Podría decirse que el Servicio de Montaña de la Guardia Civil es una especie de grupo de elite, agentes que se someten a un durísimo entrenamiento permanente y que pasan pruebas periódicas para comprobar que su estado físico sigue siendo el mejor entre los mejores. Pero para llegar al grupo primero hay que ser guardia civil. “Después es indispensable haber realizado las prácticas en una unidad de montaña”. Además, explica Rubén “el curso de montaña sale una vez al año. El perfil de quienes optan al mismo es de gente aficionada al deporte, a la montaña, es casi algo que se elige por vocación. Una vez que se solicita tener acceso al curso hay que superar unas pruebas físicas muy duras, además de teoría y un examen psicotécnico. Entre todos los que se presentan se cogen a los mejores y esos pasan al curso propiamente dicho, que tiene lugar durante nueve meses en el Centro de Adiestramiento Específico de Montaña que se encuentra en la Unidad Central de Jaca. Es como una academia pero enfocada a la preparación para formar parte de esta unidad”.
Allí, al amparo de instructores, realizan movimientos en la montaña tanto en verano como en invierno. “Hay que tocar todas las facetas posibles que puedes encontrarte en lugares de difícil acceso. No acaban todos los que empiezan el curso, porque es muy duro. Se van seleccionando a los mejores, hay gente que renuncia por diferentes motivos, y los que acaban salen ya con el curso de especialista de montaña hecho y listos para pedir destino en alguna de las cinco áreas existentes”.
Advierte el teniente Santos que eso no quiere decir que ahí se acabe la preparación. “En ese momento, cuando llegan a la unidad, es cuando entro yo. Porque con el tiempo los humanos tendemos a meternos en ese círculo de confort y nosotros no podemos permitírnoslo. Los jefes de unidad, como es mi caso, tenemos la obligación de hacer que practiquen todo lo aprendido. Un mes nos centramos en barranquismo, otro entrenamos en un par de cuevas, hacemos prácticas con el helicóptero...”.
Santos va visitando las diferentes unidades que integran su área para observar el bagaje personal. “Y si vemos que hay quien no está dando lo mínimo exigido se le examina otra vez en Jaca. En caso de no pasar ese nuevo examen tiene que salir de la unidad”.
Esto no quiere decir que sólo los agentes más jóvenes puedan tener acceso a estos grupos de montaña. “Yo he visto a compañeros con 56 años que han pasado a la reserva porque han querido, pero que estaban en unas condiciones óptimas para el servicio. No hay que ser un supermán, pero sí hay que mantenerse. Y cuesta. Lo que ocurre es que a los que estamos en este grupo nos gusta mucho el deporte, nadie fuma por ejemplo, y mantenemos un buen tono físico”.
Al preguntarle qué es lo más complicado de su trabajo comenta que “los rescates invernales. Primero porque suelen ir ligados a mal tiempo, empieza a nevar, bajan las temperaturas, el periodo de luz solar se reduce. Esto provoca que por ejemplo una expedición a la montaña empiece a tener problemas pero hasta las tres de la tarde no pida ayuda. A esa hora ya tenemos poco margen para resolver la incidencia por la falta de luz, lo que te obliga a actuar de manera más rápida. Los helicópteros tienen sus limitaciones para volar si hace niebla o la visibilidad es escasa por falta de luz. En verano al menos sabes que de frío no se va a morir nadie, en invierno cabe esa posibilidad. Además, sin nieve es más fácil subir a un pico, en invierno necesitas un piolet, o tienes que llevar esquís, material pesado”.
Y luego están los rescates en barranco, donde todo se complica aún más. “La seguridad aquí es muy subjetiva, porque entra en escena también la fuerza del torrente del agua. El barranco puede entrar en carga de repente estando tú dentro, entra más agua y con más fuerza, puede empezar a llover con más intensidad y aumentar el cauce. Es peligroso”. Aquí el teniente Santos explica algo fundamental. Porque hablamos de vidas humanas, de rescatar a personas pero siempre que sea posible. “Nosotros siempre decimos que hay que salvarle como sea, pero como sea posible, no como sea imposible. En un barranco los rescates tienen más peligro”.
Según los datos que maneja la Guardia Civil, los accidentes fortuitos nacionales no llegan al 5%. Hablamos de los que verdaderamente se producen por causas ajenas al ser humano. “Por ejemplo, vas andando por una ladera y más arriba una cabra tira una piedra que provoca un desprendimiento, una cascada de rocas, te caen encima y te matan. Eso es un accidente fortuito. Ahora, un montañero se despista, se pasa el cruce, se pierde, se cansa... Eso es una imprudencia. Como lo es no ir preparado, no llevar ropa de abrigo aunque el parte haya dado buen tiempo, no llevar GPS. Eso es culpa del montañero, no es un accidente. Puede pasar que el parte meteorológico se haya equivocado, o que tú lo hayas interpretado mal, es una negligencia por mala información. Como lo es no llevar material adecuado por si tienes que hacer una noche en la montaña. Así de claro”.
Atención a la Sierra de Cádiz
La Guardia Civil lleva en Álora desde 2002, y en todo este tiempo ha atendido multitud de incidencias en Cádiz, no todas, porque de muchas antes se ocupaban los bomberos hasta hace pocas semanas, cuando ya se ha sabido que no van a prestar este servicio. “Nosotros hemos ido siempre que se nos ha llamado. No vamos a duplicar esfuerzos, si ya iban los bomberos ¿para qué nos íbamos a desplazar nosotros?”.
Recuerda Rubén un accidente de dos barranquistas en la Garganta Verde que fue especialmente complicado de resolver y algunos otros. “Ahora que no van a estar Bomberos entendemos que vamos a hacer más falta, que se nos va a llamar más y allí estaremos. Si hay un accidente de montaña en Cádiz lo van a atender los mejores y de la mejor forma. Está Álora y si hacen falta refuerzos desde Granada vendremos. Quiero trasladar esa tranquilidad a los montañeros. Nadie va a dejar de ser atendido”.