domingo, 13 de marzo de 2022

LA RESILIENCIA DE LA OTAN, por Federico Aznar Fernández-Montesinos


ASOCIACIÓN ESPAÑOLA DE MILITARES ESCRITORES (AEME) 1º CICLO 2022

La OTAN es un pacto multilateral del que deriva una organización política intergubernamentalSu éxito no es sólo haber derrotado a la antigua URSS sin emplear las armas, sino el haber sido capaz de mantener la cohesión de la Alianza, que es realmente lo que lo hizo posible y que aún explica su supervivencia, después de desaparecer las razones de su creación. Así ha sido siempre. Como dijera el General Wesley Clark durante la guerra de Kosovo “ningún objetivo o conjunto de objetivos era más importante que el de mantener cohesionada la OTAN.”[1]



La resiliencia, que es de lo que se está hablando, encarna un proceso: es el arte de navegar en los torrentes. Esta se mediría por la fortaleza frente a perturbaciones externas, pero también por su capacidad para volver a su funcionamiento tras una perturbación; e incluso por su capacidad de transformarse para afrontar nuevos retos. Es la resiliencia como estabilidad, como capacidad de recuperación o incluso de transformación.[2]

Así, la OTAN acreditando su resiliencia, tras la caída del Muro y siendo una organización político militar, mutó, de modo que el peso del componente militar disminuyó en beneficio del rol político. Su existencia hoy se explica por los beneficios que aún trae para sus miembros. La OTAN ha estructurado un espacio de estabilidad y diálogo constante. Su desaparición hubiera provocado el rearme de sus miembros y desestabilizado Europa.

Enfocarse en la resiliencia supone centrarse en lo que las organizaciones pueden hacer por sí mismas. Los términos «resiliencia» y «vulnerabilidad» son las caras opuestas de la misma moneda, pero ambos son los términos relativos. Como la vulnerabilidad, la resiliencia es compleja y multifacética.

La formulación del concepto, aunque intuida por muchos – Clausewitz entre otros – es relativamente reciente y se debe a Bolwby (1992) que la definió como «resorte moral, cualidad de una persona que no se desanima, que no se deja abatir» e incorpora dos componentes: Es la resistencia frente a la destrucción; y más allá, la capacidad de forjar un comportamiento positivo aun en circunstancias difíciles. El concepto incluye, además, la capacidad de un sistema social de afrontar adecuadamente las dificultades, de una forma socialmente aceptable.[3]

Cohesión y resiliencia: valores e intereses compartidos.          

El espacio de la Seguridad y Defensa agrupa unos intereses vitales que, por serlo, trascienden la coyuntura interna de los países, estos son los más fríos de los intereses fríos, al decir de Bismark. Estos son constantes en el tiempo y cuentan con una vocación de largo plazo; el camino emprendido en común sirve para limar asperezas y poner en valor lo común.

Ello se explica porque los acuerdos militares implican una similar visión del mundo, valores compartidos e intereses comunes, esto es, sin graves incompatibilidades, cuando no de una amenaza o un enemigo que afrontar. A su vez estos acuerdos, por su carácter nuclear, tienden a expandirse a otros ámbitos: comerciales, tecnológicos, industriales…

En los acuerdos bilaterales, su naturaleza depende sustancialmente del potencial de las partes; normalmente proporcionan un mayor respaldo político, pero son más frágiles. Si las partes son manifiestamente heteropotenciales la relación difícilmente puede ser biunívoca pues son difíciles los mecanismos de compensación adecuados.  Como resultado se genera una gran dependencia de la parte más débil al tiempo que la más fuerte puede romperlos con menor costo.

La cooperación multilateral al diluir las diferencias individuales pude servir como medio de contrarrestar los desequilibrios en las relaciones de poder, ya que reduce la pérdida de soberanía implícita a cualquier pacto y la dota de una dimensión más igualitaria y democrática. Los acuerdos multilaterales permiten una mejor articulación de los intereses, amplían el marco para la negociación y el intercambio confiriéndole, además, un carácter estable y duradero.

Es más, el mero fallo de un Estado hace vulnerable al conjunto del sistema. Puede decirse así que la OTAN cuenta con la fortaleza del Estado más débil, lo que obliga a su fortalecimiento por mero interés general, mejorando la igualdad.

Una cuestión derivada de estas relaciones es que limitan el alcance de las controversias entre las partes con intereses enfrentados como consecuencia natural de los límites impuestos por el marco. Aún es más, el hecho de que se amplíe el abanico de opciones de negociación da más cancha al encuentro, lo que a su vez legitima las decisiones no sólo con la aquiescencia de todos sus miembros, sino también con la fuerza del concierto de voluntades de una comunidad de naciones formado a partir de los principios de diálogo y cooperación.

Esto da pie a una notable práctica de intercambios de apoyos para las más diversas instancias internacionales, lo que se conoce como fórum shopping. El apoyo de países como Estados Unidos se torna crítico en este contexto por su representación en todas ellas.

La existencia de un foro permanente e institucionalizado de debate permite modular el conjunto del proceso y facilita la creación de canales informales.

Así los militares cuando retornen a sus países mantendrán el contacto con sus compañeros a los que dispensarán de confianza y atribuirán, pues los conocen, credibilidad. De esta manera personalizarán las relaciones interestados y, con ello, se contribuye al afianzamiento. Además, son mesas permanentes y arbitradas para el encuentro político y la resolución de todo tipo de problemas comunes.

Es más, puede afirmarse que los acuerdos militares no sólo gozan de una gran estabilidad, sino que contribuyen a la pronta recuperación de las relaciones diplomáticas interestados tras cesar su perturbación.

Y es que han demostrado ser capaces de soportar las modificaciones en las coyunturas políticas de las partes y aún del propio escenario internacional, ya que las relaciones entre las Fuerzas Armadas de un mismo entorno estratégico afectan directamente a sus intereses vitales y requieren de una poderosa base cultural común. Otras razones están en la cultura de los Ejércitos como organización, en el prosaísmo de la rutina castrense y en su tendencia natural a perpetuar lo que ya está en marcha.

Así, las organizaciones de Seguridad y Defensa, como es el caso de la OTAN, pueden resultar fruto del momento, de la necesidad de responder frente a un enemigo común lo que obliga a dejar aparcada las diferencias y contradicciones y posibilita una construcción sólida y duradera. Pero una vez creadas trascienden a las causas que sirvieron a ello e incluso a su propio éxito.

Como resultado, la OTAN es la organización que más intereses de europeos y norteamericanos agrupa. De hecho, no hay organizaciones comerciales, ni siquiera acuerdos que la iguale. Recuérdese el fracaso del Tratado de Libre Comercio entre Europa y Estados Unidos que, por el contrario, sí prosperó con Canadá. La OTAN es un puente que une las orillas de ambos continentes. De hecho, puede decirse que es el único puente que de facto los une. Y volar puentes es una actividad infrecuente.

Conclusiones.

El mundo está en permanente transformación. La globalización es un proceso difícil de impedir y aun de condicionar. En este contexto, la OTAN es la única organización intergubernamental que incorpora formal y específicamente a Europa y a América del Norte como únicos actores.

Estados Unidos y Europa representan cada uno menos del 20% del PIB mundial y es de prever el sorpasso de China antes de 20 años, si es que este no se ha producido ya, de modo que el PIB europeo y norteamericano, pese a incrementarse, se reduciría en ambos casos a menos del 15%. Por tanto, si Europa y Estados Unidos quieren operar en el medio internacional deben ir juntos. 

La OTAN puede tener sus problemas y sus debates, pero su disolución no sería una buena noticia para sus miembros. Por el contrario, y como a todo puente, interesa reforzarla, fortalecerla. Y más si se piensa que sin la conformidad de Estados Unidos, y hasta sin su patrocinio, la Unión Europea no hubiera existido.

Estados Unidos dota de la mayor parte de las capacidades a la Alianza no en vano asume en torno al 36% del gasto militar mundial. Pero ese no es fruto de una desinteresada prodigalidad; Estados Unidos es una potencia global, y las Fuerzas Armadas están dimensionadas de modo acorde a los intereses. Tal cosa es muy gravosa tanto en términos económicos como militares y políticos.

La OTAN, a su vez, actúa reforzando a este país políticamente, además de militarmente. El liderazgo de los Estados Unidos requiere, para poder existir, la concurrencia de otros actores. A través suya obtiene legitimidad para las operaciones en las que esta organización se implica, la de nada menos que de 29 democracias – algunas de ellas las más avanzadas del mundo – toda vez que las decisiones en su seno se toman por unanimidad. Y la legitimidad en un conflicto es muy relevante, habida cuenta de su eterna naturaleza política. Por eso Estados Unidos no es Marte ni la UE Venus.

El centro de gravedad de la Alianza Atlántica ha sido siempre su resiliencia, la cohesión del conjunto de aliados. La solidez del vínculo trasatlántico fue lo que hizo posible la derrota de la Unión Soviética. La fuerza de la OTAN se basa en la solidaridad euroatlántica y en la credibilidad de su disuasión, de su herramienta militar. Mejorar la resiliencia de la OTAN es fortalecer su cohesión y tal cosa pasa por mejorar tanto la cohesión de la Unión Europea como la del vínculo transatlántico, pero también fortaleciendo una visión compartida e incrementando los intereses y relaciones que los unen, esto es, propiciando su integración. 


Precisamente el objetivo principal de la ofensiva rusa.





El ‘bastión imprevisto’ de Kiev
Clausewitz, en su obra 'De la guerra', al tratar la naturaleza de la misma, afirmaba que esta es un acto de fuerza para obligar al adversario al cumplimiento de nuestra voluntad. La fuerza, es decir, la fuerza física -continuaba el actor prusiano- es el medio, someter al enemigo a nuestra voluntad es el fin.
Sin embargo, si es en los inicios del siglo XIX la fuerza era prácticamente la potencia militar, hoy en día, en el espectro de la fuerza es preciso incluir no solo a los medios militares sino tam­bién a la tecnología, economía, la industria, la cibernética en particular, o la energía, entre otros elementos. 
Y todo esto lo estamos viendo estos días en la guerra en Ucrania. Es verdad que Rusia está ganando batallas en el terreno militar, con muchas dificultades, algunas de ellas todavía cuestionadas, pero en otras dimensiones de la guerra como son la política, la diplomacia, la economía, los recursos financieros o la opinión pública la está perdiendo. Parece claro que empieza a percibirse un cambio sustancial en la naturaleza de la guerra. 
Centrándonos en el campo militar. se parte de la base de que el teatro de operaciones en claro que empieza a percibirse un cambio sustancial en la naturaleza de la guerra, por lo que requiere una estrecha coordinación y control operativo entre los cuatro ejes de ataque del norte, nor­deste, este y sur, que mencionábamos en nuestro anterior análisis. Al analizar la dirección y progresión de las fuerzas rusas en territorio ucraniano se comprueba que hay una falta de credibilidad y solidez en su planteamiento en cuanto a velocidad y coordinación de los esfuerzos.
La estrategia de atacar y dominar ciudades está fallando. por un error de planificación en el combate urbano. especialmente en Kiev. con un avance muy lento descoordinado y orientando su atención en tomar los alrededores de la capital en lugar de centrarse en atacar directamente en centro y los órganos de gobierno del país ubicados en capital, En concreto. resulta cuanto menos cuestionable el avance ruso por el eje norte con gran número de medios acorazados y mecanizados y que llevan varios días moviéndose demasiado despacio, incluso parados sin acabar de rodear y tomar la ciudad de Kiev. Precisamente el objetivo principal de la ofensiva rusa. 

viernes, 11 de marzo de 2022

ENTREVISTA | Enrique de Vivero (Vicepresidente TúPatria): «Ya tenemos estructura en 30 provincias españolas»





     Los próximos días 12 y 13 de marzo tendrá lugar en Ciudad Real, en el Hotel Santa Cecilia, la celebración del Primer Consejo Político Presencial del partido político Tú patria, que cumple ahora dos años. Entrevistamos a su Vicepresidente.



miércoles, 9 de marzo de 2022

8M. Una Vez más, por Verónica Domínguez Donaire.







Publicación digital de Artículos 30. La mujer y las Fuerzas Armadas en el 8 de marzo día de la MUJER. Verónica es esposa de militar, pero también es analista de política internacional, profesora y una mujer trabajadora, sin dejar de ser mujer.

8 M, una vez más – Artículo30 (articulo30.org)



lunes, 7 de marzo de 2022

TERTULIA | ¿Servirán para algo las armas que envía España a Ucrania?


Análisis del coronel Enrique de Vivero y Daniel Álvarez Estados Unidos, Alemania, Italia, Países Bajos, Finlandia, Noruega, Rumanía, España... En el aluvión de ayuda en forma de armas enviada a Ucrania predominan, por razones prácticas, los misiles.


domingo, 6 de marzo de 2022

miércoles, 2 de marzo de 2022

¿Hacia una guerra nuclear? Análisis de los arsenales nucleares




¿Hacia una guerra nuclear? Análisis de los arsenales nucleares.


Con el Coronel Enrique de Vivero

Según un informe del Centro de Investigación de Estocolmo para la Paz, SIPRI, hay 13.080 ojivas o cabezas nucleares distribuidas en nueve países del mundo, 800 menos que hace dos años, y 400 menos que hace un año.


TERTULIA-PARTE DE GUERRA


Armas nucleares tácticas en el conflicto. La otra guerra: astroturfing, fakenews…

En esta nueva tertulia-parte de guerra tocamos los últimos temas de interés con el coronel Enrique de Vivero, Sergio Fernández Riquelme y Francisco Lázaro. En alerta las armas nucleares tácticas rusas. ¿Por qué ha llegado Rusia hasta Kiev? La otra guerra: astroturfing, fakenews...



viernes, 25 de febrero de 2022

TERTULIA | Guerra en Ucrania.


Hemos compartimentado los diversos frentes -político, económico y militar- para ofrecer una visión avanzada de un conflicto que tendrá muchas sombras que ocultarán extremos que nos preocupan.

¿Cuánto va a costar a España esta guerra? ¿Ha demostrado Rusia con esta guerra relámpago que su capacidad es mucho mayor de la que se le suponía? ¿Cuáles son los verdaderos orígenes del conflicto?

Con Guillermo Rocafort, Enrique de Vivero, Daniel Álvarez y Enrique Refoyo

lunes, 21 de febrero de 2022

Mercenarios en Ucrania. Con el coronel Enrique de Vivero.



El coronel Enrique de Vivero nos habla de los temidos mercenarios Wagner y hace un repaso por escenarios de guerra donde han participado éstos y miembros de otras grandes compañías de 'soldados de fortuna'


miércoles, 16 de febrero de 2022

TERTULIA | Analisis resultados Castilla y León con María Montero, Enrique de Vivero y Sergio Fdez. Riquelme.

 


TERTULIA | Analisis resultados Castilla y León con María Montero, Enrique de Vivero y Sergio Fdez. Riquelme

Nuestros compañeros analizan los resultados electorales y las claves que se abren para formar gobierno en esa región española.


viernes, 11 de febrero de 2022

China, Ucrania y las paradojas de Putin


Putin, durante la ceremonia de inauguración de los Juegos Olímpicos de Invierno de Pekín, el 4 de febrero de 2022. MATHEW STOCKMAN/GETTY



No parece que Putin esté haciendo un buen negocio con sus amenazas a Ucrania. Además de sacar a la luz sus diferencias con China, ha vuelto a dar sentido a la OTAN y a unir a los europeos.

No parece que Putin esté haciendo un buen negocio con sus amenazas a Ucrania. Además de sacar a la luz sus diferencias con China, ha vuelto a dar sentido a la OTAN y a unir a los europeos.
JOSEP PIQUÉ
 |  10 de febrero de 2022
Inevitablemente, tenemos que volver a hablar de la crisis ucraniana. La situación no es muy distinta a la de hace unas semanas, pero eso es también relevante, ya que no hay distensión ni canales diplomáticos abiertos realmente efectivos, más allá de posicionamientos de cara a las respectivas opiniones públicas.

Es más, Rusia sigue acumulando tropas en el mar Negro y en Bielorrusia, con el pretexto de unas maniobras militares y, lo que es más significativo, sigue desplegando un apoyo logístico que permite aventurar una intervención militar en territorio ucraniano de cierta duración. Por otra parte, Estados Unidos (y Reino Unido) insisten en la inminencia de esa intervención (antes de que las condiciones meteorológicas la hagan más difícil).

Al mismo tiempo, se están acumulando nuevos efectivos en los países de la OTAN más amenazados o en el mar Negro, con la contribución de otros aliados, entre ellos España. Aparentemente, se está logrando una convergencia de posiciones sobre el contenido de las sanciones, incluyendo a los países más reticentes, como Alemania (especialmente el Partido Socialdemócrata, SPD), que ve cómo su ambigüedad no es entendida por sus vecinos europeos ni por EEUU, como se vio en el reciente encuentro entre el presidente Joe Biden y el canciller Olaf Scholz. Hay también diferencias claras incluso en países con gobiernos ideológicamente afines, como Polonia y Hungría, aunque solo este último sigue, de forma desleal, contemporizando con Vladímir Putin.

A pesar de la insistencia en la diplomacia (y en las otras tres “D”: distensión, desescalada y disuasión), no hay avances palpables. El fiasco de la reunión entre Putin y Emmanuel Macron así lo revela, aunque reabrir el Grupo de Normandía para revitalizar los acuerdos de Minsk II pueda suponer algo de esperanza.

Finalmente, la búsqueda común de soluciones a la crisis de suministro de gas que produciría un conflicto, y que pasa por proveedores alternativos (Catar, Australia, Nigeria…), y la mejora de las interconexiones internas en la UE (con un papel clave de la península Ibérica) son muestra de que se trabaja en los peores escenarios posibles.

 

«La búsqueda común de soluciones a la crisis de suministro de gas que produciría un conflicto, y que pasa por proveedores alternativos, y la mejora de las interconexiones internas en la UE son muestra de que se trabaja en los peores escenarios posibles»

 

Sin embargo, se han producido dos hechos relevantes a destacar.

El primero, la respuesta escrita de EEUU y la OTAN a las exigencias de Moscú. Una respuesta previsible, pero que indica un posible camino. Previsible porque rechaza las demandas políticas por inaceptables y contrarias a los principios de la Alianza y al respeto a las decisiones soberanas de Estados independientes. Pero que abre la vía de unas negociaciones para desescalar y reducir los riesgos, a través de conversaciones de desarme y de reducción de armas tácticas y estratégicas, intentando construir una arquitectura de seguridad en Europa, con concesiones recíprocas y pactadas.

Ello, además, cubre uno de los objetivos de Rusia: ser tratados como gran potencia, con interlocución directa con Washington (lo que acrecienta la necesidad de que la UE espabile en la definición de su autonomía estratégica y en la articulación del pilar europeo dentro de la OTAN).

El segundo hecho es el de visibilizar, de nuevo, el acercamiento entre Rusia y China, con la entrevista, en Pekín, entre Xi Jinping y Putin con el pretexto de los Juegos Olímpicos de Invierno. Este encuentro requiere de una interpretación amplia y compleja, más allá de la visión simplista del avance hacia una alianza en toda regla entre ambos países, unidos por un enemigo común.

No es exactamente así y los intereses de Rusia y China no son exactamente los mismos.

Es obvio que China sigue muy de cerca lo que está pasando en la frontera ruso-ucraniana, por muchos motivos, tanto tácticos como estratégicos. Por una parte, una profundización de la crisis obligaría a EEUU a diversificar su atención de nuevo hacia el Atlántico, ahora concentrada casi en exclusiva en el Indo-Pacífico con el claro objetivo de contener el crecientemente agresivo expansionismo chino en la zona. Y eso es bueno, en principio, para China. Por otra, una débil respuesta occidental mandaría una clara señal en relación con Taiwán y permitiría incrementar la presión crecientemente visible y belicosa hacia la isla, con sobrevuelos constantes y cada vez más amenazadores. De hecho, China ya ha tomado nota de que las consecuencias de acabar con la democracia en Hong Kong y violar los acuerdos internacionales han sido muy tenues. Igual pasa con la represión de los uigures en Xinjiang.

 

«China ya ha tomado nota de que las consecuencias de acabar con la democracia en Hong Kong y violar los acuerdos internacionales han sido muy tenues, igual que pasa con la represión de los uigures en Xinjiang»

 

China no tiene prisa, pero Xi necesita intensificar la reivindicación sobre Taiwán de cara al Congreso del Partido Comunista Chino en noviembre próximo, cuando debe aprobarse la reelección del presidente. No hace falta insistir en que una eventual ocupación de Taiwán, más allá de su impacto geoeconómico (valga el ejemplo de la fabricación de microprocesadores), implicaría el principio del fin de la presencia norteamericana en Asia, ya que el paso siguiente sería el control del mar de China Meridional y la constatación por los aliados de EEUU en la región (Japón, Corea del Sur, Australia o países de ASEAN) de que ya no pueden confiar su seguridad en Washington. EEUU quedaría relegado a potencia atlántica, dejando de ser una superpotencia global. China conseguiría así su propósito de sustituir a EEUU en ese papel, a través de la hegemonía en Asia y su presencia creciente en África o América Latina.

Demasiado vital para EEUU, que necesita que se olvide su salida de Afganistán y que se recupere su credibilidad como garante de la seguridad en un Indo-Pacífico libre y abierto y su estatus de superpotencia global.

En cualquier caso, esa ambición china se alimenta de la cooperación cada vez más estrecha con la otra potencia revisionista del orden liberal internacional, Rusia. Muchos de sus intereses convergen. Pero ello no implica la desaparición de sus diferencias estratégicas, presentes a lo largo de toda su historia. De hecho, ambas partes se resisten a hablar de una alianza en sentido estricto.

Estamos ante un matrimonio de conveniencia, sin amor (ver mis apuntes del 11 de junio de 2021). Valgan como ejemplo, las disputas inevitables sobre Siberia Oriental, la influencia de China sobre Asia Central (la fulminante intervención rusa en Kazajistán es también, en buena medida, un mensaje a China) o sus pretensiones sobre Afganistán y el Ártico. Cuando se puso en marcha la Organización de Cooperación de Shanghái, Rusia insistió en incorporar a India, secular enemigo histórico de China, y Pekín hizo lo propio invitando a Pakistán. Sus visiones del mundo divergen de manera clara.

Pero hoy, y a corto plazo, convergen en algunos objetivos estratégicos. El más importante es que ambos quieren reformular las reglas del juego y acabar con el orden liberal internacional, encabezado por EEUU. Sin embargo, determinadas tácticas pueden chocar también a corto plazo. La crisis ucraniana puede ser ejemplo de ello.

China está atenta a la reacción de Washington como señal para su reivindicación de Taiwán. Pero no va a apoyar otro ataque a la integridad territorial de Ucrania (de hecho, no ha reconocido la anexión de Crimea) por su clara defensa de la inviolabilidad de las fronteras y la integridad territorial de los Estados, base de su reclamación sobre Taiwán.

Tanto Pekín como Moscú coinciden también en defender la no injerencia en los asuntos internos, dado su común desprecio por la democracia y los derechos humanos. Más allá de ello, sus intereses no son exactamente los mismos.


 «Pekín no va a apoyar otro ataque a la integridad territorial de Ucrania (de hecho, no ha reconocido la anexión de Crimea) por su clara defensa de la integridad territorial de los Estados»


 Obviamente, les interesa debilitar el vínculo atlántico y a la propia OTAN, pero no está nada claro que la amenaza sobre Ucrania lo consiga. Más bien al contrario; puede reforzar una visión europea y de la OTAN más acorde con EEUU en el Indo-Pacífico, algo que a China no le conviene, y que se puede concretar en la definición de la brújula estratégica y en la propuesta de la Comisión sobre una política común europea en la región y, adicionalmente, entrar formalmente en el nuevo Concepto Estratégico de la Alianza, que podría aprobarse en la próxima Cumbre en Madrid.

Por otra parte, los intereses económicos también difieren. El enlace ferroviario directo y marítimo entre China y Europa, hasta Odesa, sin pasar por territorio ruso muestra un claro interés chino de tratar con una Ucrania independiente (invirtiendo por ejemplo en el metro de Kiev), apoyándose en su estrategia global de la Franja y la Ruta, vista con mucho recelo por Rusia. Otra diferencia es que China no tiene interés en debilitar la UE ni en profundizar en un conflicto con ella, después de la suspensión indefinida del Acuerdo de Inversiones que a Pekín le interesa recuperar.

Además, el apoyo chino a Putin en los temas energéticos y financieros, en caso de sanciones, acrecienta la dependencia de Rusia, algo contradictorio con su pretensión de formar parte de una relación tripartita “entre iguales”.

Por ello, a pesar de su última reunión y de su escenografía, el comunicado conjunto, en su versión rusa, expresa el apoyo de Xi a las demandas de Rusia y, en particular, la de impedir la ampliación de la OTAN. Pero no es así, significativamente, en la versión china, que no alude a tal pretensión. Mucho menos, si supone un alineamiento más claro entre Europa y EEUU, algo que, sin duda, China no desea (aunque sus represalias contra Lituania por reconocer de facto a Taiwán no le ayudan en tal objetivo, ya que incrementan los deseos de la Unión de reducir su actual dependencia de China en las cadenas de valor).

Todo lo dicho, lleva a destacar las paradojas producidas por la actuación de Putin.

La primera es que, en lugar de limitar y reducir el papel de la OTAN en el escenario europeo, sus acciones han devuelto a la Alianza un “objeto social”, de alguna manera diluido después del colapso de la Unión Soviética. La Alianza está saliendo fortalecida como organización y su presencia en el Este de Europa se está incrementando como nunca, provocando de paso la más que posible integración en la misma de países como Suecia y Finlandia.

 

«La Alianza Atlántica está saliendo fortalecida como organización y su presencia en el Este de Europa se está incrementando como nunca»

 

La segunda es que la voluntad de Putin de ningunear a la UE (despreciando no solo a Bruselas, sino a París o Berlín) contribuye a fortalecer la necesidad de avanzar hacia una política exterior, de seguridad y de defensa común y su compatibilidad con el refuerzo de la OTAN. El resultado es más vínculo atlántico y más Europa.

La tercera es que, inevitablemente, conduce a Rusia hacia una mayor y creciente dependencia de China, en una relación cada vez más asimétrica y desequilibrada en favor de esta.

La cuarta es que, ya sea por una intervención militar mucho más compleja y costosa que las anteriores y por el impacto de las sanciones, las consecuencias para el pueblo ruso pueden ser muy negativas, socavando el apoyo ciudadano a su propio régimen.

Y, last but not least, se manifiesta en toda su crudeza que aquellas naciones que han estado bajo la órbita de Rusia, en la época zarista o en la soviética, ahora sienten la necesidad vital de protegerse de ella. Con la excepción de dictadores tan corruptos como Aleksandr Lukashenko en Bielorrusia o los de Asia Central, que quieren garantizarse su supervivencia política y personal.

No parece, en definitiva, que Putin esté haciendo un buen negocio. Los dictadores, en ausencia de críticas y contrapesos, suelen instalarse en su mundo. Y no siempre coincide con el mundo real.

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