¡Ay el Honor! Honor y valor son el barro con el que se construye al soldado. Se le destruye con un soplo de traición. Siempre es lo mismo entre los que hacen la guerra sin entender de virtud, sino de interés suyo y malvado.
El militar cuyo propio honor y espíritu no le estimulen a obrar siempre bien, vale muy poco para el servicio.
Así con esas estrellas guías de comportamiento entregaron su vida los soldados, y soldados eran todos los que con su virtud enriquecían a España y, aunque pobres, todo lo entregaban: el campesino, el embajador, el general o el recluta, el cardenal o el cura de la parroquia.
¡Ay España que traicionas a quienes te aman y abrazas a los que te traicionan!
Ya no es España, esa no es España, sino lo que los traidores quieren que sea. Por ahora mandan.
Los Ejércitos de España hablaron después de ver tantas vidas entregadas a cambio de nada. Se les debía todo y nada les fue dado. Una condecoración para el pecho, mejor para su tumba. Sin título heredado; que llegue el olvido una vez enterrado el héroe.
Laureados y Medallas Militares olvidados. El título se lo tragó la tumba, bajo la tierra húmeda. Inorgánico.
La Real y Militar Orden de San Fernando se muere —¿no ha muerto ya?— y no por la edad sino por la Ley. La matan por la espalda.
Una Orden cuya misión principal es conservar los historiales que custodia: los del valor y el honor. Son las virtudes por las que te examinan para entrar en ella, pero los examinadores ya no se atreven ni saben. Se murieron los héroes y se borraron sus nombres; nadie parece haber recibido la herencia.
Ya no queda ningún Laureado ni Medalla Militar con vida ni tampoco parece que haya nadie dispuesto a abrir un expediente. El heroísmo se lo otorgan otros.
Es misión de la Real y Militar Orden conservar su recuerdo y ejemplo. Todos estarán y deben estar presentes, siempre, en esa institución cuya misión no es solo administrativa sino mucho más importante: espiritual. Porque son los héroes de España, y España se debe a sus héroes, sin más, sin preguntar, sin analizar más allá del valor y el honor, lo que la historia concedió al que su vida como héroe le entregó.
Ahora se abre un gran interrogante. En la Guerra Civil se concedieron alrededor de 70 Laureadas Individuales y 1214 Medallas Militares Individuales. A esos números hay que sumar los de Laureadas y Medallas Militares Colectivas que lucen las banderas de las unidades que las obtuvieron, aunque muchas de ellas han desaparecido y, lo que aún es peor, sus historiales duermen en la oscuridad de la historia olvidada con alevosía.
¿Qué se va a hacer con esas banderas, con esos hombres, con esos héroes a los que la Ley -con vileza llamada Memoria Democrática-camino de aprobarse? ¿Tendremos que desenterrarlos, llevarlos a otras tierras, retirarles el honor y traicionar a la Historia?
Por la tibieza de muchos y la maldad de unos pocos, algunos uniformados, se han borrado nombres de héroes de las calles, de los Regimientos y retirado de las efemérides sus acciones ¿Por qué? ¿Qué calificación le da la ley a esos hechos? ¿Qué calificación le da la Asamblea de la Real y Militar Orden?
¿Habrá que destruir sus historiales? ¿Desprender de las banderas las corbatas Laureadas? ¿Borrar de la historia militar a miles de héroes?
Son cerca de dos mil expedientes de los héroes de España. ¿Qué va a pasar con ellos a raíz de la nueva ley camino de aprobación?
Guardo con fervor, como ejemplo y honor, con devoción, la Medalla Militar Individual de mi padre ganada en Ciempozuelos al frente de una Sección de Regulares, la unidad más condecorada del Ejército español.
Nunca me habló de aquello y tuve que enterarme de lo que protagonizó leyendo a hurtadillas su hoja de servicios. Nunca hablé con mi padre de la Guerra Civil porque me decía que aquello había que olvidarlo y seguir caminando. Pero yo leía su acción, con fervor, sin rencor, sin enemigo al que señalar porque una bala le llevó al depósito de cadáveres de donde un milagroso médico le recuperó.
No hay rencor en mis palabras. Ni siquiera para los que pretenden revivir aquello que nos ancló en el dolor y el enfrentamiento.
Si la historia se escribe o se relata con rencor, no es historia sino dolor. Y dolor es lo que siento al ver como un viento inoportuno, presagio de otros males, se levanta en España dejando al descubierto heridas pasadas.
Los campos, aquellos de la guerra, están ahora sobrecogedoramente solitarios. Allí han quedado los de un bando y los del otro. En el fondo eran los mismos, en un bando y en el otro.
Dejad que los héroes, de uno y otro lado, todos, permanezcan con honor y el merecido respeto; y se les recuerde sobre el campo de batalla. Allí estarán sus historiales, en la tierra ardiente que ahora brota de plenitud. No habrá ley que impida recordar lo que en esas soledades ocurrió. Soledades que nadie tiene derecho a emponzoñar.
«Espera, traidor, que no te valdrán trazas, estratagemas, embustes ni encantamientos para librarte de mis manos».
Los presidentes Biden y Sánchez se dirigen a la rueda de prensa
La buena sintonía con EEUU es indispensable para España, pues refuerza su posición en ámbitos clave de su política exterior: la Unión Europea, América Latina y el Mediterráneo occidental.
La Cumbre de la OTAN en Madrid ha sido extremadamente importante, por el contenido y por el contexto geopolítico en el que se ha producido. La criminal agresión de Rusia a Ucrania ha propiciado lo que el presidente Joe Biden ha denominado la “otanización” de Europa y ha puesto de manifiesto que China no ha sido coherente con los principios básicos del Derecho Internacional, al no condenar y “comprender” la flagrante violación de la integridad territorial de un Estado independiente y soberano, mediante el uso injustificado de la fuerza.
Por ello, más allá de calificar a Rusia como la amenaza más significativa y directa a la seguridad de los aliados, y para la paz y la estabilidad del área euro-atlántica, el nuevo Concepto Estratégico de la OTAN considera a China un desafío a nuestros valores e intereses y a nuestra seguridad. Son cambios sustanciales en relación al Concepto Estratégico anterior, cuando se consideraba a Rusia como un socio para la paz y la seguridad y no había ninguna mención a China.
En esa “otanización” de Europa cabe destacar la incorporación de dos países neutrales (por diferentes motivos y circunstancias) como Suecia y Finlandia, una vez levantado el veto de Turquía. Pero también el fortalecimiento de las capacidades militares de la Alianza y de la presencia estadounidense en Europa.
Otro asunto muy relevante abordado en Madrid es el relativo a la seguridad de 360º, tanto en lo que se refiere a los ámbitos (incluidos los relacionados con la “guerra híbrida” y las “zonas grises”, y el uso del espacio y el ciberespacio) como a la visión geográfica, incluyendo las amenazas crecientes que vienen no solo del Este, sino del llamado Flanco Sur. Dos de estos aspectos –el aumento de la presencia militar estadounidense en el continente europeo y las amenazas desde el Flanco Sur– enmarcan una nueva etapa en la relación bilateral entre España y Estados Unidos, una relación que ha pasado por diferentes intensidades y que es crucial para nuestro país. No solo se trata de la primera potencia del mundo, sino que EEUU es el principal inversor en España y principal destino en inversión directa de nuestras empresas. Los intercambios comerciales son muy importantes (unos 44.000 millones de euros anuales) y los flujos turísticos –más allá del impacto de la pandemia– son cada vez mayores, así como nuestros intercambios culturales o las relaciones científicas y tecnológicas.
«No solo se trata de la primera potencia del mundo, sino que EEUU es el principal inversor en España y principal destino en inversión directa de nuestras empresas»
Obviamente somos, como ha dicho el presidente Biden, un “socio indispensable” para la seguridad y la defensa, dada la estratégica importancia de las bases de Rota y Morón. Por todo ello, una estrecha relación bilateral en el ámbito político es muy deseable. Y, además, debemos ser conscientes que fortalece nuestro peso específico en la Unión Europea, desde una vocación atlántica reforzada con la salida de Reino Unido. También en América Latina, con una creciente influencia china que tanto España como EEUU tienen que tomarse muy en serio en una región tan vinculada a su vecino del Norte como a través de la Comunidad Iberoamericana, especialmente en el momento convulso que viven todos los países de la región. Y, desde luego, la relación bilateral es esencial para hacer valer nuestra posición en el Mediterráneo occidental. Basta mencionar nuestra relación con Marruecos o Argelia para ver la relevancia de una buena sintonía con EEUU.
En este sentido, el momento más alto de la relación bilateral fue a partir de 2001, cuando se firmó en Madrid por quien suscribe –entonces ministro de Asuntos Exteriores del gobierno de José María Aznar– y la secretaria de Estado, Madeleine Albright, con la administración de Bill Clinton, la primera Declaración Conjunta entre ambos países. Nótese que se negoció con esa administración, pero fue asumida plenamente y profundizada por la administración de George W. Bush.
Tenía pues una profunda visión “bipartisana” por ambas partes, ya que el gobierno español compartió con el Partido Socialista, entonces en la oposición, toda la información y obtuvo su conformidad. La relación entre dos Estados soberanos e independientes no puede basarse en la coyuntura política ni en los vaivenes de la lógica y legítima alternancia de gobierno, sino que debe plantearse como una “política de Estado”, como lo es la política exterior. Sin consensos básicos en este terreno, la política exterior adolece de falta de credibilidad y deja de inspirar la confianza necesaria con los interlocutores.
Lamentablemente, ese consenso interno se perdió en 2004, cuando el gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero retiró apresurada y unilateralmente las tropas españolas en Irak, a pesar de que no habían intervenido en la guerra y estaban bajo el paraguas de Naciones Unidas y, además, se permitió aconsejar al resto de aliados que hicieran lo mismo. Previamente, se produjo el famoso episodio cuando el entonces jefe de la oposición no se levantó en señal de respeto a la bandera estadounidense en el desfile militar del 12 de octubre en Madrid.
«La relación entre dos Estados soberanos e independientes no puede basarse en la coyuntura política ni en los vaivenes de la lógica y legítima alternancia de gobierno, sino que debe plantearse como una ‘política de Estado’»
Cabe decir que Rodríguez Zapatero, ya en calidad de expresidente del gobierno, ha seguido manifestando su animadversión hacia EEUU, apoyando a regímenes tan antinorteamericanos como Cuba o Venezuela o recomendando la necesidad de que Europa se uniera a China para hacer frente común a la hegemonía de nuestro principal aliado. Actitudes que no ayudan a generar de nuevo un clima de confianza mutua. Como tampoco ayuda el hecho de que miembros del actual gobierno de coalición sean claramente contrarios a la Alianza Atlántica y al propio EEUU. Todo esto se ha visto con meridiana claridad a raíz de la agresión rusa a Ucrania, culpabilizando a la OTAN y pidiendo una “paz” que no es otra cosa que una rendición de Ucrania y la cristalización de una situación de facto que premia la violación del Derecho Internacional y el uso injustificado de la fuerza militar para conseguir objetivos geopolíticos, posibilitando futuras agresiones.
Por ello, es remarcable que, en los márgenes de la Cumbre de Madrid, se haya firmado otra Declaración Conjunta que, recogiendo el espíritu y los objetivos de la de 2001, se haya adaptado a las nuevas circunstancias, aunque sin más concreciones que las relativas a la defensa. Es un mérito, sin duda, del ministro de Asuntos Exteriores, José Manuel Albares. Se trata de una declaración que refuerza la respuesta multilateral ante el desafío de Rusia y muestra un firme apoyo a Ucrania, defiende un orden internacional basado en normas, comparte los objetivos de la Agenda 2030, y “anima” a China a cumplir sus compromisos en los organismos multilaterales, contribuir a la seguridad internacional y cooperar en la provisión de bienes públicos globales como el cambio climático, la biodiversidad y la igualdad de género.
La nueva declaración se propone intensificar la cooperación en seguridad, incluyendo la lucha antiterrorista, el narcotráfico y la trata de personas, así como la ciberseguridad y el ciberespacio. También promover una migración segura, ordenada y regular, tanto en América Latina como en el Norte de África, la lucha contra el cambio climático en el marco del Acuerdo de París, así como la mejora de la seguridad energética y del suministro de minerales críticos, promoviendo cadenas de suministro resilientes.
Asimismo, se pretende una mayor cooperación en el ámbito comercial (donde mantenemos aún algunas diferencias por los aranceles establecidos por la anterior administración estadounidense), fiscalidad empresarial (en el marco de la OCDE) y en el terreno digital, científico y tecnológico.
Finalmente, se promueve una mayor cooperación política, con consultas regulares entre el ministerio de Asuntos Exteriores y el Departamento de Estado, así como entre los dos gobiernos, en la perspectiva, además, de la próxima presidencia española del Consejo de la UE del segundo semestre de 2023. Objetivos muy generales todos ellos, pero que enmarcan una voluntad clara de colaboración y de mejora de la relación bilateral.
«La fiabilidad y la confianza cuestan mucho construirlas, pero perderlas puede ser muy rápido»
La declaración del 2001 era más concreta en algunos puntos (como los contactos entre presidentes, el intercambio de información, la actualización del Acuerdo de Extradición o la promoción de la enseñanza del inglés en España y del español en EEUU).Y dio lugar a la mejor relación bilateral que hayamos mantenido nunca. Hay que esperar que se recupere aquel nivel, aunque sea parcialmente.
En ambas declaraciones, los temas de defensa fueron cruciales, estableciéndose incluso en 2001 un Comité Bilateral de Defensa de Alto Nivel, en el marco de la revisión del Convenio de Cooperación de Defensa. Ahora se acuerda, de nuevo en ese marco, el establecimiento permanente de dos destructores estadounidenses adicionales (a los cuatro existentes) en la base de Rota, para el fortalecimiento del escudo antimisiles. Queda pendiente la aprobación parlamentaria. Los socios de gobierno y parlamentarios del Partido Socialista ya han anticipado su voto negativo. Afortunadamente, la oposición encabezada por el Partido Popular ya ha confirmado su voto favorable, en un claro ejercicio de responsabilidad y sentido de Estado.
Es cierto que en la fase final del gobierno de Rodríguez Zapatero se ofreció a EEUU aumentar la presencia militar en la base de Rota, y que hubo una cierta mejora durante el gobierno de Mariano Rajoy. Pero, el hecho de que llegara Donald Trump a la Casa Blanca no solo no ayudó sino que empeoró las cosas (con España y, en general, con los aliados occidentales).
La declaración bilateral de 2001 posibilitó que el primer viaje a Europa del nuevo presidente Bush empezara por España, en una visita bilateral de gran profundidad, algo que no había sucedido antes. Ahora se ha producido, por primera vez en las dos últimas décadas, en el marco multilateral de la Cumbre de la OTAN.
Vamos en la buena dirección. Ojalá se pueda ir más allá y el claro compromiso de España con la OTAN o el cambio repentino –poco explicado y pésimo en las formas– de la posición española sobre el Sáhara han podido contribuir a restablecer una mínima confianza. Pero la política exterior, la credibilidad y la confianza se construyen paso a paso, con perseverancia y coherencia. Para ello, debe consensuarse con el principal partido de la oposición y alternativa de gobierno, y en el marco del Parlamento.
Si no se hace así, todo podría resultar, de nuevo, un intento fallido. Y no nos lo podemos permitir. La fiabilidad y la confianza cuestan mucho construirlas, pero perderlas puede ser muy rápido. Que la Cumbre de la OTAN, organizativamente muy exitosa para España, no sea flor de un día. Deben mantenerse los compromisos asumidos de forma leal y firme, así debe exigírsele también a la alternativa de Gobierno. Sobre su posición, afortunadamente, no tengo la menor duda.
Ante el décimo aniversario del fallecimiento de Pepe Atencia, quien fuera Hermano Mayor de la Victoria durante un cuarto de siglo, Antonio Márquez invita a los micrófonos del podcast VICTORIA, GLORIA A TI a su sobrino, Pablo Atencia. Ambos repasan la historia de este cofrade inolvidable que afirmaba que la Virgen de la Victoria era de Málaga. Aquí puedes escuchar el podcast.
El Gobierno toma esta decisión para "hacer más visibles" los esfuerzos de "adaptar la defensa del país a esa nueva realidad"
Aviadores del Ejército del Aire.
El Gobierno acaba de anunciar su decisión de cambiar, tras 83 años de historia, la nomenclatura del Ejército del Aire, que pasará a denominarse Ejército del Aire y del Espacio.
Se trata de una decisión tomada por el Gobierno para "hacer más visibles" los esfuerzos que se están tomando para "adaptar todos los dispositivos y la defensa del país a una nueva realidad", repleta de nuevos desafíos, en mayor medida en materia de ciberseguridad.
La decisión la ha anunciado este lunes la portavoz del Ejecutivo, Isabel Rodríguez. "Tiene el trasfondo de una apuesta estratégica de este Gobierno. Hemos hecho una apuesta especial e importante por la industria aeroespacial".
"Es un sector estratégico para España -continuaba la portavoz-, por lo que significa su producción, por el ecosistema que genera en torno a él, en base a la innovación y del mercado laboral".
Dos años
El cambio de esa nomenclatura ha suscitado en los dos últimos años un intenso debate en el seno del Ministerio de Defensa sobre la conveniencia o no de su modificación.
En 2019, la ministra de Defensa Margarita Robles expresaba con claridad a las preguntas de la prensa que "el futuro pasa por la unión del Ejército del Aire y del espacio", puesto que "no se puede contemplar el siglo XXI sin obviar el espacio".
Con ello Robles reflexionaba sobre los desafíos que, para la seguridad, plantea el espacio y ante los que no se pueden adoptar posicionamientos exclusivamente nacionales, porque de esta esfera "depende nuestra seguridad y nuestra vida".
Por ello, reconoció que en el seno del Ejército del Aire existe un debate acerca de su denominación con el objetivo de cambiar su nomenclatura y pasarse a llamar Ejército del Aire y del Espacio, una posibilidad que no desdeñó, debido a que "el espacio forma parte de nuestra seguridad y de nuestra vida".
Esa es una denominación con la que ya cuenta, por ejemplo, la fuerza aérea de Francia, uno de nuestros países vecinos.
También el Jefe del Estado Mayor del Aire (JEMA), el generalJavier Salto, ha puesto en ocasiones de manifiesto la importancia que ha adquirido el espacio en las últimas décadas, siendo este un nuevo escenario en el cual las amenazas y los desafíos están siendo abordados por las grandes potencias mundiales.
También él era partidario de efectuar este cambio de un nombre que había permanecido invariable en sus 83 años de historia, desde su creación en 1939.
En los últimos tiempos, las funciones del Ejército del Aire se han extendido más allá de la seguridad aérea. Sobre su personal han recaído el análisis y la neutralización de amenazas distantes.
El Ejército del Aire cuenta con aproximadamente 23.000 efectivos. La tecnología ha sido clave en el devenir del cuerpo militar en las últimas décadas, si bien los últimos años ha supuesto un reto para la estructura castrense.
Con la celebración en Madrid el pasado 30 de mayo del 40 aniversario de la incorporación de España a la Organización del Tratado del Atlántico Norte, como miembro 16 de la Alianza, se ha mostrado de forma palmaria una de las características relevantes de la presencia de nuestro país en la OTAN y que ha sido la excesiva peculiaridad de nuestra participación en la misma durante mucho tiempo y que, hay que lamentar, parece que aún persiste.
En este caso, dicha originalidad ha consistido en que el gobierno de España, o más bien una parte del mismo, ha celebrado el mencionado aniversario mientras que otra parte no solo no ha participado, sino que se opone a la celebración de la Cumbre que la Alianza va a celebrar en Madrid los días 29 y 30 de junio e incluso plantea contrarrestarla con una paralela Conferencia por la Paz.
Decisión, la de oponerse a una reunión de enorme alcance político y estratégico en la que se aprobará en nuevo Concepto estratégico, tras el vigente de 2010 y que se reclama para hacer frente a todos los cambios geoestratégicos sufridos en las relaciones internacionales, en unos momentos en que Occidente parece encontrar una gran unanimidad en las políticas de seguridad y defensa ante la agresión injustificada e ilegítima de Rusia en Ucrania, lo que muestra esa dicotomía política e ideológica que desde hace cuarenta años ha presidido la percepción de la opinión pública y la participación de España en la OTAN.
Así, tras la solicitud de adhesión formal a la Alianza el 2 de diciembre de 1981 por el gobierno centrista de Calvo Sotelo, y el ingreso efectivo seis meses después, a pesar de que en esos momentos las encuestas mostraban un muy limitado de la opinión pública del 18%, la llegada al poder en octubre de 1982 de Felipe González y los socialistas paralizó la integración en la estructura militar aliada.
La peculiaridad y fragmentación en clave interna se volvía a mostrar con las reticencias ante el ingreso en la OTAN del gobierno recién llegado al poder y parte importante de la opinión pública española, algo que no ha ocurrido con las sucesivas incorporaciones de otros países europeos, tras el fin de la Guerra Fría, a la Alianza.
La OTAN, debe asumirse, no cubre todos los intereses estratégicos de España y parece lógico pensar que esas visiones y fragmentación política interna no cabe duda influyeron que, en el proceso de negociación para la adhesión a la Alianza, se excluyera la aplicación de la cláusula de defensa colectiva a nuestras ciudades del norte de África, en coherencia con una lectura estricta del Artículo 6 del Tratado de Washington.
Sin embargo, las objeciones ideológicas comentadas no pudieron superar la confrontación con la evidencia de que la mejor defensa de los intereses nacionales -la democracia se había instalado en España desde 1978 y por historia, cultura y política, formábamos parte del mundo occidental- significaba asumir los costes que supone la defensa de unos valores. Y esto exigía formar parte de la OTAN, como alianza militar, y de las instituciones europeas como organización política supranacional.
Esa singularidad española llevó a la celebración del referéndum del 12 de marzo de 1986, si bien condicionado, siempre nuestras condiciones especiales, a la no entrada en la estructura militar, a reducir la presencia militar estadounidense en España y a la prohibición de almacenar o instalar armas nucleares en nuestro territorio. Como curiosidad cabe decir que en la papeleta del referéndum no aparecía la palabra OTAN y sí Alianza Atlántica. Lo ajustado del resultado final positivo (56,85 SI frente a 43,15 NO) ha contribuido a que en la opinión pública la visión de nuestro papel en la OTAN se mantenga como asunto polémico hasta nuestros días.
Pero las exigencias de las relaciones internacionales y nuestro posicionamiento claramente occidental, desde lo unilateral a lo multilateral como inevitable retorno de España a la Europa democrática de los derechos y las libertades, hicieron que se fuera haciendo una interpretación laxa de algunas de esas condiciones. Así, la participación en misiones OTAN, desplegadas por nuestras Fuerzas Armadas desde 1992, incluyendo la participación con medios aéreos en la primera operación de combate de la OTAN en su historia -la campaña aérea en Bosnia Herzegovina en 1995-, la aparente contradicción de que un español, Javier Solana, se convirtiera en Secretario General el 5 de diciembre de 1995, o incluso la celebración de una Cumbre de la OTAN en Madrid los días 8 y 9 de julio de 1997, llevaron a que el 2 de diciembre de 1997 España ingresara en la estructura militar y en 1999 militares españoles se incorporaran a los cuarteles generales y resto de estructuras de la OTAN, participando activamente en todos los organismos de planeamiento y toma de decisiones.
Se llegaba, por fin, a una situación de relativa normalidad en la participación militar de España en la Alianza Atlántica y que ha supuesto que más de 125.000 militares españoles hayan participado en 21 misiones, además de la existencia de estructuras OTAN en nuestro país como son el Centro Combinado de Operaciones Aéreas desplegable en Torrejón, el Centro de excelencia Contra Artefactos Explosivos Improvisados y los cuarteles generales de alta disponibilidad, el marítimo a bordo del buque Castilla con base en Rota y el terrestre en Bétera.
Esta relación especial de España con la OTAN se pone claramente de manifiesto si se analizan nuestras Directivas de Defensa Nacional, el documento que durante mucho tiempo ha sido el más importante en nuestro país para fijar esa política pública esencial que es la de Defensa. Mientras las Directivas publicadas bajo gobiernos socialistas hacen hincapié en el estrechamiento de las relaciones con Europa, incluidas sus políticas de seguridad y defensa, las emitidas por gobiernos populares reafirman de forma clara, además, el compromiso con la defensa colectiva que supone la OTAN.
Sí parece claro que desde el principio de nuestra adhesión a la OTAN hubo una evidente omisión en explicar a los españoles que la alianza es elemento clave para proteger los valores occidentales, amenazados hoy como antes, y que la invasión rusa de Ucrania tan evidentemente ha puesto sobre el tablero internacional.
De igual forma, como el propio gobierno español acaba de poner de manifiesto con sus contradicciones internas sobre la Alianza, la opinión pública, incluso la especializada, mantiene abundantes prejuicios ideológicos, en parte apoyados por la consideración de que la OTAN defiende sobre todo los intereses norteamericanos, que reafirman esa peculiaridad española que constituye el hilo conductor de estas reflexiones. No puede sorprender que, de algún modo, esto haya provocado entre los aliados una extraña sensación de socio poco fiable y sometido a oscilaciones en una cuestión clave de estado como es la política de seguridad y defensa.
Consecuencias de esta singularidad española han sido el desconocimiento del gran público sobre el funcionamiento interno de la Alianza y sus mecanismos de voto y posibilidad de bloqueo de decisiones, las habituales limitaciones en cometidos de las fuerzas militares españolas que participan en misiones OTAN y el hasta ahora poco entusiasmo de la opinión pública española por la Alianza Atlántica, algo que choca con el interés que, en estos días, están manifestando países tan tradicionalmente neutrales como Suecia y Finlandia.
Quizá esto también nos haya hecho perder el protagonismo que, dentro de la OTAN, nos debería corresponder en las relaciones internacionales por nuestra situación geográfica y estratégica, cultura e historia. Cabría esperar de nuestros líderes políticos que se aprovechara la celebración en España de la importante próxima Cumbre de la OTAN, al final de este mes de junio, para informar y desarrollar en los ciudadanos la conciencia de que ahora, más que nunca como demuestra la guerra en Ucrania, formar parte de una organización que asegura la defensa colectiva de nuestros valores, principios y forma democrática de vida, respetuosa con los derechos humanos y el derecho internacional, está por encima de ideologías y posicionamientos políticos particulares.
Buen ambiente y camaradería a raudales. Estos serán sin duda los ingredientes de la comida que la Hermandad de Antiguos Caballeros Legionarios de Málaga (calle duquesa de Parcent, 15) celebrará mañana viernes. Sin duda, un encuentro emotivo que contará, como ya es habitual, con la presencia de destacadas personalidades de la vida malagueña, entre ellas el presidente de honor del PP malagueño, Joaquín Ramírez, un icono para los conservadores de la provincia. Para conocer la dimensión moral de Ramírez, baste las manifestaciones del director de AD, Armando Robles: “Joaquín es un monumento al tesón y al compromiso ético con los valores eternos. Su nombre debería estar en el frontispicio del edificio de la dignidad humana. Es de los políticos que más he admirado y valorado”.
No podemos ignorar a dos de los factotum de la entidad legionaria malagueña: su vicepresidente Pepe Cobo y Enrique Guerrero, responsable de las relaciones institucionales, dos personajes acrisolados por un permanente compromiso ético con los valores que subliman la condición humana. Y es precisamente la sublimidad humana lo que distingue de otros colectivos a los caballeros legionarios, cuyo compromiso ético con España y con las mejores causas, le convierten en una de las instituciones militares más prestigiosas del mundo. Y es al hablar de La Legión que tengamos que hablar de Málaga. La Legión y Málaga conforman un ejemplar binomio, como ayer se puso de manifiesto al calor de los recuerdos y al dictado del pasado legionario de muchos de los comensales.
Durante este entrañable encuentro percibimos lo evidente. Pasan los años, se envilece todo, y La Legión nos sigue mudando de barrio durante unas horas. Si quisiéramos aprender de ellos, de los que por ser legionarios de raza no dejarán nunca de ser personas cabales y españoles decentes, su ejemplo serviría para reorientar nuestras pobres vidas, en muchos casos egoístas y vacías, hacia fórmulas morales que pudieran resumirse en el elogio de la lealtad y el compañerismo como linimentos para la musculatura social española. También nos podrían proyectar su luz sobre los adecuados lugares, en ellos comunes, a los que sería aconsejable enviar a muchos de nuestros jóvenes, o sobre la conveniencia de hacer del compañerismo y la recta disciplina una saludable forma de vida.
Debemos agradecer a la Hermandad de Antiguos Caballeros Legionarios que todos sus actos sean señal de fe, de corazones enteros, de hombres cabales.
Los organizadores del encuentro gastronómico esperan que esta nueva actividad sirva para unir más si cabe los lazos entre La Legión y la sociedad civil malagueña.
Se cumplen ocho años desde que Felipe VI fue coronado rey de España.
A los sones del himno nacional, se ha elevado esta mañana la bandera de España en la Plaza de Colón, en el izado solemne en honor a una conmemoración: el octavo aniversario del reinado de Felipe VI.
El monarca va a festejar la efeméride en familia. No tiene ningún acto oficial al ser domingo y coincidir, además, con la jornada electoral en Andalucía. Pero muchos madrileños le han mostrado su cariño en el acto de este domingo en Colón.
Felipe VI cumple ocho años de reinado, sin celebraciones.
El acto central de este izado de la bandera de España ha estado presidido por el presidente del Tribunal Supremo y del Consejo General del Poder Judicial, Carlos Lesmes Serrano, acompañado por el Jefe de Estado Mayor de la Defensa, almirante general Teodoro Esteban López Calderón, entre otros.
Muchos madrileños han acudido al acto para mostrar su apoyo al rey.
Si comparamos la Organización de Tratado de Atlántico Norte en el momento de su fundación y su situación en 2016, es como si estuviéramos hablando de dos alianzas totalmente distintas, teniendo en la actualidad como único nexo el concepto de defensa colectiva ante el ataque a uno de sus miembros.
La Alianza se basa en el artículo 51 de la Carta de las Naciones Unidas, desarrollado en el artículo 5º del Tratado de Washington de 1949 y completado con el 6º.
La OTAN ha sido una organización dinámica y se ha organizado a lo largo del tiempo a través de la estrategia fijada por los jefes de estado y de gobierno de los países miembros. A esta estrategia se le ha denominado “Concepto Estratégico”, pudiéndose definir como “la visualización de un posible escenario futuro, político-militar, en un intervalo de tiempo determinado”, siendo este intervalo, al objeto de una determinada perdurabilidad en el tiempo de diez años, sin menoscabo que a lo largo de dicho período hayan sufrido retoques, de acuerdo con la evolución de la situación mundial.
Hasta la fecha se ha decididos seis conceptos estratégicos, sobre los cuales podemos comprobar la evolución de la OTAN de una forma muy sintética:
El concepto de 1949 preconizaba que ante un ataque de la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS), al no existir todavía el Pacto de Varsovia, se respondería con un despliegue masivo divisiones convencionales, es decir una estrategia con la que se había ganado la Segunda Guerra Mundial.
La URSS responde creando en 1955 el Pacto de Varsovia y desplegando 175 divisiones, frente a las 39 de la Alianza, por lo que en la cumbre de París de 1957, la OTAN modifica totalmente su concepto estratégico, basándolo en la “represalia masiva”, es decir un ataque de cualquier tipo contra la Alianza desencadenaría el holocausto nuclear.
La carrera de misiles de largo alcance, dotados de cabeza nuclear, fue imparable, sustituyendo la OTAN el Concepto en 1967, gracias al “informe Harmel”, por el de “respuesta flexible”, es decir se utilizarían los mismos medios que el adversario y al mismo tiempo se impulsaba la gestión de crisis, el desarme y la distensión.
A partir de la década de los setenta el Pacto de Varsovia comenzó a tener dificultades internas, naciendo en 1975 en Helsinki, la Conferencia de Seguridad y Cooperación en Europa (CSCE), transformada 20 años más tarde en Organización (OSCE). Pocos años después alcanzaron el poder espiritual Juan Pablo II y el poder material Ronald Reagan, ambos con la finalidad de eliminar, el primero, el ateísmo en los países comunistas, y el segundo de doblegarlos a través del programa “Iniciativa de Defensa Estratégica” (guerra de las galaxias), que obligó al nuevo secretario general de la URSS, Mijaíl Serguéyevich Gorbachov (1985) a “entenderse” con los EE.UU. y con la OTAN, ante la imposibilidad de seguir la carrera de armamento por su coste económico.
En 1989 cae el muro de Berlín y la URSS y el Pacto de Varsovia se desmoronan, decidiendo la OTAN en la cumbre de Roma de 1990, transformar la Alianza, emitiendo un nuevo Concepto, el cuarto, el cual manteniendo la “defensa colectiva de los países miembros”, daba prioridad al “diálogo político” y a la “cooperación en su más alto sentido”, dando entrada como “países amigos” en el programa “Asociación para la Paz”, más conocido como “Partner for Peace”, a los antiguos del Telón de Acero.
La OTAN en este Concepto no hablaba de amenazas y mucho menos del Este, pero sí de riesgos e incertidumbres que comenzaban a surgir en distintas partes del mundo, de tal forma que exigía que la OTAN se hiciera “planetaria”, siempre bajo los auspicios del Consejo de Seguridad de las NN.UU. El mundo daba por terminada la “Guerra Fría”.
La realidad es que el 1991 la OTAN se encontró con el dilema de su propia existencia, propugnando su desaparición partidos políticos de los países miembros, al igual que había ocurrido con el Pacto de Varsovia, pero ya en el Concepto se contemplaban las nuevas necesidades, como la proliferación de armas de destrucción masiva, la ruptura de los aprovisionamientos de los recursos vitales y las acciones de terrorismo y sabotaje.
En 1999 se actualiza el Concepto anterior y se decide uno nuevo, en cierto modo de transición al vigente actualmente. En este Concepto se tiende a las relaciones transatlánticas, a las iniciativas de defensa propiamente europeas y otras que relacionadas con la OTAN, dispuesieran de medios de defensa en todo el globo, se inicia, tímidamente la llamada “defensa cooperativa”.
El Concepto estratégico actual de 2010, se basa en tres pilares: la “prevención y gestión de crisis” y el uso intensivo de la “seguridad cooperativa”. La aparición de nuevos escenarios, como el virtual y espacial, obligan a la atención al ciberespacio y al espacio atmosférico, y aunque no se citan explícitamente a los líderes mesiánicos que podían desestabilizar distintas zonas, como Corea del Norte, Venezuela, Eritrea, etc.
La acción del presidente ruso sobre Ucrania, ha obligado a la OTAN, en palabras de su Secretario General Jens Stoltenberg, a declarar en la cumbre de Varsovia de 2016 que la Alianza y Rusia ya no son socios estratégicos, lo cual da pie a la iniciación de una nueva “Guerra Fría”
Orgánicamente la estructura de la OTAN no ha variado sustancialmente, al menos políticamente, manteniéndose las Autoridades Nacionales, como máximo órgano de decisión; las Representaciones Permanentes a nivel de embajador; la disminución de los numerosos comités, por tres bloques: Planeamiento de Defensa (DPC), que en la actualidad se encuentra un diplomático español como Secretario General Adjunto; Consejo del Atlántico Norte (NAC) y el Grupo de Planeamiento Nuclear (NPG), de los que dependen otros comités. Todo el conjunto está coordinado y presidido por el Secretario General de la OTAN, que dispone de un Estado Mayor Internacional (IS).
Aunque la OTAN se ha “civilizado”, es decir se da más énfasis al diálogo y la cooperación, siendo paradigmáticos los planes civiles de emergencia, que han dado un resultado extraordinario en catástrofes europeas y mundiales, también cuenta con la “parte militar”, formada por el Comité Militar, constituido por los Jefes de Estado Mayor de los países miembros; por unos Representantes Militares de carácter Permanente y que cuentan, al igual que el IS de una Estado Mayor Militar Internacional (IMS).
Las decisiones militares de la OTAN parten de las Autoridades Nacionales y/o del Consejo del Atlántico Norte, así como del DPC, NPG y Secretario General, los cuales comunican las directrices a los comités civiles especializados y al Militar, apoyándose en los estados mayores IS e ISM, así como en caso necesario, por la dificultad del problema, se crea un grupo de trabajo “ad hoc”.
Con todos estos estudios y análisis se proponen a la cúpula de la Alianza unas Líneas de Acción, la cual elige una o toma una decisión mezcla de varias, designando al Mando Militar Estratégico que debe desarrollarla.
CUARTELES GENERALES DE LA OTAN
Hay dos Mandos Estratégicos: el Mando Aliado de Operaciones (ACO), que se encuentra en Mons (Bélgica) y el Mando Aliado de Transformación (ACT), en Norfolk (Virginia-EE-UU).
Las funciones atribuidas al ACT son: definir las características de los conflictos futuros y las necesidades de medios, crear doctrina de los nuevos conceptos operacionales e implementar esta doctrina en los miembros de la Alianza. Para ello la OTAN ha dotado al ACT de cuatro centros subordinados y 22 centros de excelencia, dedicados a dirigir ejercicios que ayuden a implementar la nueva doctrina operacional a través de la experiencia adquirida por los componentes de la OTAN (Boletín de Información del CESEDEN, nº 320 de 2011).
Por su parte el ACO ha sufrido una drástica disminución en sus cuarteles generales, de tal forma que han quedado, a nivel operacional, como Cuarteles Generales Conjuntos el de Brunssum en Holanda y el de Nápoles en Italia; un solo Cuartel General Aéreo, el de Ramsteim en Alemania; un Mando Terrestre (Landcom) en Izmir en Turquía y un Mando Marítimo (MARCOM) en Northwood en Gran Bretaña.
Por su parte, en nivel táctico, prácticamente han desaparecido los cuarteles generales, llegándose a alcanzar la cifra de más de treinta, manteniéndose tres Centros de Operaciones Aéreas Combinadas (CAOC), situados en Uedem en Alemania, Poggio en Italia y Torrejón en España, siendo este último el único Cuartel General existente en nuestro país, de hecho el Cuartel General Aliado de Retamares (Madrid), sus responsabilidades y zona de acción han sido transferidas al de Turquía.
De los Cuarteles Generales conjuntos de Nápoles o de Brunssum se encuentra la Fuerza de Respuesta de la OTAN (NRC), de la cual a su vez depende la Fuerza Conjunta de Muy Alta Disponibilidad o Very High Readiness Joint Task Force Land (VJTF), cuyo Componente Terrestre es asumido por España, en principio (puede que sea rotatorio), disponiendo para ellos de un Cuartel General Terrestre de Alta Disponibilidad (CGTAD), con base en Bétera y en Valencia. Existen otros CG,s de división y brigada desplegados en los países bálticos en Polonia y Rumania, así los llamados CGs, de NATO Forces Integration Units (NFIU), siendo similar la estructura en los componentes aéreos y marítimos
La realidad es que la OTAN desea apoyarse cada vez más en los cuarteles generales de los países miembros y en caso necesario lo implementan, bien de forma permanente o durante un intervalo temporal de oficiales de otros ejércitos.
ESPAÑA EN LOS CUARTELES GENERALES
Todos los Cuarteles Generales de la OTAN son de carácter combinado, existiendo en todos ellos oficiales de mayor o menor rango.
El CAOC de Torrejón, cuyo mando es un general de división del Aire, en la actualidad García Servert, dispone de un 2º jefe griego, de director de operaciones portugués y las divisiones del Estado Mayor están mandadas por oficiales superiores de distintas naciones miembros, al igual que las secciones y negociados. La responsabilidad de este Mando es enorme, dado que tiene bajo su coordinación a todos los aviones de alerta que existen en las bases aéreas de los países de la Alianza de todo el sur de Europa, excepto Francia, y del Este y Turquía, pudiendo ordenar la interceptación de cualquier aeronave que sobrevuele el espacio aéreo y no se encuentre perfectamente identificado.
Por su parte el CGTAD está mandada por el teniente general español, con un adjunto portugués, un Jefe de Estado Mayor, general español de dos estrellas y las divisiones se encuentran al frente de generales de una estrella de distintas nacionalidades, predominando los españoles.
CONCLUSIÓN
La OTAN ha demostrado su utilidad a lo largo de cerca de setenta años de su historia, gracias a que ha sabido adaptarse a los nuevos tiempos, a la situación del momento y a los nuevos riesgos e incertidumbres.
Ha sabido optimizar sus recursos, flexibilizando el uso de la fuerza, siendo España con las llamadas brigadas polivalentes, un ejemplo de ello. La respuesta rápida, la alta disponibilidad de fuerzas y las capacidades estratégicas de transporte y vigilancia aérea, hacen de la OTAN la única gran alianza mundial capaz de responder a retos en cualquier parte del mundo, siempre bajo mandato de la ONU.
España se encuentra en un lugar privilegiado, siendo el sexto contribuyente de la Alianza, manteniendo en su territorio dos cuarteles generales, uno de tercer nivel y el otro de cuarto/quinto.
España, al igual que la OTAN se enfrenta a la escasez de recursos económicos, pudiendo afectar en un futuro próximo a su operatividad y más si tenemos en cuenta la traslación del esfuerzo norteamericano al área del Pacífico y la salida de la Unión Europea del Reino Unido.
Pero algo es seguro, que la OTAN sabrá adaptarse al futuro.
Rafael Vidal Delgado
Coronel de Artª (Ret.) DEM
Doctor en Historia Director del Foro para la Paz en el Mediterráneo